Preocupación en Bogotá por robo de vehículos

En el primer trimestre del año se robaron 594 carros en la ciudad. Aunque hay una reducción, este delito sigue preocupando. Los Chevrolet, Hyundai y Kia son los más codiciados por los ladrones, que aprovechan el descuido de sus dueños.

En Bogotá se roban al menos siete carros al día. Aunque en lo corrido de este año se ha reportado una leve disminución, este delito sigue siendo un dolor de cabeza para la ciudad, pues a pesar del esfuerzo de las autoridades por desarticular las bandas dedicadas al hurto de vehículos, los 172 automotores recuperados en el primer trimestre de 2017 no son ni la tercera parte de lo que se han robado: 594.

Para cazar a los delincuentes, los investigadores realizan pesquisas que pueden durar meses o años, con tal de reunir todo el material probatorio que les permita llevar a los responsables a rendir cuentas ante la justicia. Su trabajo está enfocado en mitigar las alarmantes cifras de robo de vehículos. En 2016, fue el único delito que se incrementó en la ciudad, luego de que se reportaron 2.634 casos, 338 más que en 2015.

El pasado miércoles, 70 miembros de la Sijín fueron convocados a las 4:00 de la mañana en el Comando de la Policía Metropolitana. Su misión era desarticular una banda a la que bautizaron como Los Ariscos. Tenían instrucciones claras: realizar siete allanamientos en las localidades de Kennedy y Bosa para capturar a nueve personas a las que señalan de robar decenas de carros de gamas media y baja, que permanecían estacionados en la calle y en centros comerciales.

El comandante del operativo les entregó una carpeta a los siete grupos de investigadores. En cada una reposaba información de la organización: órdenes de la Fiscalía y del juez; fotografías para identificarlos; actas de allanamiento y actas de derechos del capturado, entre otros. La investigación, que se prolongó por más de un año, indica que la banda delinquía en las localidades más golpeadas por este delito: Kennedy, Engativá, Puente Aranda, San Cristóbal y Antonio Nariño.

Fue así como a las 5:20 de la mañana los grupos de policía judicial se desplegaron hacia los destinos que les fijaron. El Espectador acompañó a uno de los grupos de investigadores, integrado por nueve miembros de la Sijín y un representante de la Procuraduría, encargado de velar de que en el procedimiento se cumplieran todos los requisitos de ley.

La misión de trabajo indicaba que el procedimiento se debía realizar en el barrio Antonia Santos (Bosa), lugar en el que residían dos personas contra quienes pesaban órdenes de captura por concierto para delinquir, hurto calificado, receptación y uso de menores de edad para la comisión de delitos.

Cuando se asomaban las primeras luces del día, en la calle 65 sur con carrera 81B, los detectives vistieron los chalecos antibalas, las chaquetas de la Sijín, hicieron un recorrido por los alrededores de la vivienda y revisaron los lugares por los cuales se podrían fugar los sospechosos.

De acuerdo con la versión del investigador que lideró el caso, “Los Ariscos no son peligrosos, pero sí impredecibles”, por eso tenían que tomar todas las precauciones del caso. Los seguimientos previos al operativo indicaban que eran hábiles para hurtar los vehículos y cada miembro desempeñaba un rol específico.

Uno de ellos le hacía seguimiento a la víctima, otro se acercaba al automotor y lo abría en menos de 20 segundos. Dejaban pasar algunos minutos para no despertar sospechas y cuando uno de ellos daba la señal, se las arreglaban para encenderlo y se lo llevaban. Así sucedió a las 10:00 de la noche del pasado martes, cuando desapareció una camioneta Chevrolet D-Max del barrio Roma de Kennedy. Ellos estaban seguros de que Los Ariscos estaban detrás de este hurto.

Cuando los detectives se acercaron a la casa verde en donde debían cumplir la misión, golpearon la puerta, mientras en los alrededores montaban guardia cuatro efectivos. En el segundo piso, sin camisa, se asomó por la ventana uno de los hombres señalados de integrar la banda. Un inquilino abrió la puerta, tras los insistentes llamados de la policía. Irrumpieron en la vivienda y subieron las escaleras. Allí estaba el sospechoso, a quien le encontraron una ganzúa (varilla para abrir vehículos), una placa, llaves y documentos, al parecer, de distintos carros. El otro implicado alcanzó a huir, pero dos horas después fue capturado a pocas cuadras de su casa. Todos los detenidos, la mayoría familiares o parientes, fueron puestos a disposición de un juez de garantías.

“O paga o lo vendemos”

Tras el hurto de cada vehículo, el siguiente procedimiento de la organización delincuencial consistía en ofrecérselo a la víctima. La llamaban y le decían que para recuperarlo tenían que pagar una suma que oscilaba entre el 20 % y el 50 % del valor comercial.

Para Luis Fernando Echavarría, experto en seguridad urbana, el denominado “secuestro de carros” es una modalidad efectiva para los ladrones, porque, en la cadena delictiva, además de generar mayores utilidades, se ahorran el costo de distribución de los repuestos.

Sin embargo, en caso de que no lograran contactar al legítimo dueño, Los Ariscos lo vendían en el mercado negro por menos del 20 %. “Estas organizaciones son muy cerradas, porque solo ellos tienen las conexiones para vender los vehículos completos o las autopartes”, asegura el detective del caso, quien explica que luego de robarlos, los llevan a un parqueadero o a una bodega donde los “enfrían” (los alejan de la exposición a las autoridades); a otra ciudad, o a países vecinos donde pueden ser vendidos por partes.

John Marulanda, consultor internacional en seguridad, sostiene que este delito no sólo es una actividad de delincuencia común y de oportunidad, sino que obedece a una cadena de crimen organizado. A través de distintos métodos, hay redes trasnacionales que transportan los vehículos, los guardan, los desarman y sacan las partes a la venta. “Los que están en esa cadena determinan cuál es la necesidad de repuestos en el mercado (qué vehículo, modelo y marca), los ubican y después otra parte de esa red los ‘hala’, los guarda y los desguaza”. Posterior a ese procedimiento, hay bandas dedicadas a rotularlos, remarcarlos y llevarlos a otros lugares para venderlos.

Una de las hipótesis que explicaría el incremento de este delito radica en que Venezuela, otrora vendedor de repuestos baratos, pasa por una crisis económica. Según explica Marulanda, ahora la demanda en el vecino país se incrementó, porque no se está produciendo en la misma cantidad que antes. Por eso, sugiere que en los establecimientos comerciales las autoridades verifiquen que están vendiendo partes genuinas y no robadas. Agregó que es necesario ejercer un control efectivo en las fronteras para evitar que los repuestos robados salgan al exterior.

Carros blancos, los más robados

Si una persona tiene un carro marca Chevrolet, de la línea Spark, de color blanco, modelo 2016, y lo deja estacionado entre las 6:00 y las 10:00 p.m. de un domingo en una vía pública del barrio Galán (Puente Aranda), las probabilidades de que se lo roben son altísimas. Estas son las características que encabezan las estadísticas del hurto de vehículos. Su combinación aumenta el riesgo.

Según datos de la Policía, de los 594 vehículos que se robaron en Bogotá durante el primer trimestre del año, 281 eran de esa marca, siendo la más codiciada en el mercado negro. Además, 89 fueron Spark y 116 blancos. Un dato de las autoridades que llama la atención es que este color es el predilecto por los delincuentes, pues resulta más fácil para repintar y cambiar con el fin de que pase inadvertido.

Del total de robos registrados este año, 454 fueron en vías públicas. Aunque los delincuentes prefieren actuar en vecindarios con vías solitarias y con poca vigilancia, las cifras revelan que también se las arreglan para sacarlos de un parqueadero público. En el primer trimestre las estructuras delincuenciales lograron apropiarse de 24 automotores que fueron dejados por sus dueños en esos establecimientos.

La estrategia

Para enfrentar este delito, el Distrito señaló que adelanta acciones para aumentar los resultados. Incluso, dice que la Secretaría de Seguridad y la Sijín ya tienen identificados los mayores puntos de receptación de autopartes robadas o de dudosa procedencia en la ciudad. Como parte de la estrategia, puso a disposición de la Fiscalía una bodega en donde se almacenarán los repuestos recuperados. Además, gestiona alianzas público-privadas para compartir información con Fasecolda y de esta manera identificar las organizaciones dedicadas al hurto de vehículos que buscan estafar a las aseguradoras, que es otra de las modalidades que incrementan las estadísticas.

Frente a este panorama, los expertos resaltan que si se quiere disminuir este problema se requiere al menos la unión de distintos factores: capacidad jurídica, para que la Policía pueda hacer un seguimiento de las autopartes robadas; mayor compromiso de las autoridades, para perseguir a la cadena delictiva tanto en las ciudades como en las fronteras, y un aporte por cuenta de los ciudadanos, para evitar ser presa fácil de estas redes delincuenciales.

Conozca algunas de las modalidades
El ‘halado’, por medio de una llave maestra o una ganzúa, es la que se emplea con mayor frecuencia para abrir los vehículos.
El atraco en calles oscuras es otra modalidad conocida. Los delincuentes se movilizan en otro vehículo -también hurtado- y cierran a la víctima, la encañonan, la golpean y en algunos casos saquean sus cuentas bancarias.
El falso accidente, en una vía solitaria, una de las más frecuentes. Un vehículo desconocido choca contra el del incauto, y cuando éste se baja lo amenazan con un arma de fuego.
El auto averiado. En algunos casos, los ladrones fingen estar varados o pinchados y, cuando un conductor de acerca a socorrerlos, lo despojan de su auto.
El duplicado de la llave. Las autoridades les piden a los ciudadanos que se abstengan entregar las llaves de los vehículos en establecimientos públicos para evitar que, posteriormente, sean hurtados.
Los expertos recomiendan que los automotores sean asegurados contra todo riesgo, que cuenten con alarmas y, si es posible, con sistemas de rastreo. Durante 2016, las compañías aseguradoras reportaron 2.800 unidades robadas.

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