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Escuchar música a volumen alto ya está pasándole factura a los jóvenes de las nuevas generaciones.

Alrededor de un tercio de los adolescentes y jóvenes de hasta 18 años sufre de tinnitus, aquel molesto zumbido que a menudo deriva en la pérdida de la audición. Un problema que crece por el uso cotidiano de audífonos o auriculares para escuchar música, así como la exposición prolongada a lugares muy ruidosos, como discos, bares o conciertos.

Si esta generación continúa exponiéndose a niveles muy altos de ruido, probablemente tendrá pérdida de audición para cuando tenga 30 o 40 años”, sentencia Tanit Ganz Sánchez, otorrinolaringóloga y académica de la Universidad de São Paulo.

Ella es la autora principal de un estudio en el que examinaron los oídos de 170 estudiantes brasileños de 11 a 17 años: más de la mitad (54,7 por ciento) dijo haber sufrido alguna vez tinnitus en los últimos doce meses y el 28 por ciento reconoció que esa molestia lo acompaña constantemente.

El tinnitus es causado por un daño temporal o permanente en las células de los vellos cocleares, ubicadas en el oído interno. Su función es reaccionar a las vibraciones del sonido y pueden verse dañadas por sonidos muy fuertes.

“El principal factor es el trauma acústico: dosis de ruido de alta intensidad y en forma permanente”, explica el doctor Paul Délano, otorrino del Hospital Clínico U. de Chile e investigador del programa de Fisiología del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de dicha universidad.

El doctor Francisco Otárola, jefe del servicio de Otorrinolaringología del Hospital del Trabajador, comenta que pesquisas en adolescentes de 14 años muestran que el 10 por ciento ya tiene algún daño auditivo.

Inicialmente, esa pérdida no se nota, ya que se pierden frecuencias agudas; pero con el tiempo se va haciendo más evidente”, precisa.

Intensidad y frecuencia

Pese a la gravedad de la situación, los jóvenes no lo ven como un problema, advierte Ganz Sánchez.

“No les avisan a sus padres o profesores que padecen tinnitus ni acuden a un médico especialista para consultar y tratar el tema”, dice.

Así, solo crece la posibilidad de que el daño se vuelva irreversible. “La gente no consulta y los pocos que sí lo hacen ya tienen audiometrías o exámenes en los que se esboza un daño”, precisa Délano.

“Es un problema que no para de crecer y creo que empeorará”, opina Larry Roberts, neurocientífico de la Universidad de McMaster (Canadá) y coautor de la investigación publicada en la revista ‘Scientific Reports’.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió que más de 1.100 millones de adolescentes están en riesgo de sufrir problemas en su audición, sobre todo por el uso de dispositivos portátiles para escuchar música.

Estos alcanzan niveles mucho más altos que los discman o walkman del pasado: pueden llegar a alrededor de 120 decibeles por hora. “Lo máximo recomendado son 80 a 85”, dice Otárola. Para tener una idea, el ruido en el centro de una ciudad como Santiago oscila entre los 70 y 85 decibeles; en una discoteca llega a los 100 o 110.

Un estudio del centro Gaes y la Asociación por la Superación de la Discapacidad (Asudis), dado a conocer en 2015, muestra que el 25 por ciento de los chilenos utiliza sus sistemas de audio al 100 por ciento de intensidad y por 3 o 4 horas al día. Si a eso se suman ambientes ruidosos (como el metro o el centro de la ciudad), las perspectivas no son positivas. “Si estás expuesto muchas horas al día a ese nivel de ruido, el oído no es capaz de recuperarse sin dejar secuelas y las células se van muriendo. Es un tema de intensidad y tiempo de exposición”, agrega Otárola.

Una forma de advertir que ya hay un daño es que quienes sufren tinnitus desarrollan una sensibilidad a los ruidos fuertes: cualquier golpe o sonido brusco les incomoda.

En conclusión, cualquiera puede sufrir tinnitus después de una exposición a un ruido fuerte. El problema es cuando este síntoma se vuelve persistente, entonces hay que consultar para definir su causa, ya que además de traumas acústicos, el tinnitus también puede aparecer por otros factores, como ciertas enfermedades del oído o incluso asociados al estrés.

Para revertir el daño

Para minimizar el riesgo, los expertos recomiendan utilizar audífonos supraauriculares (que cubren la oreja y no van dentro), no escuchar música a más del 60 por ciento del volumen máximo del aparato, utilizar protectores auditivos si se va a espacios muy ruidosos y por cada hora de exposición, descansar diez minutos.

Al hacer un intervalo podrían aumentarse las posibilidades de que los oídos se recuperen y de no padecer lesiones definitivas”, dice la otorrinolaringóloga Tanit Ganz Sánchez.

Para el neurocientífico Larry Roberts, esto debe enfrentarse de igual manera que el tabaquismo.

Hace algunas décadas, las campañas antitabaco dieron a conocer a las personas cuánto daño se estaban haciendo. Con el ruido hay que hacer lo mismo”.

CRISTIAN GONZÁLEZ
EL MERCURIO (Chile) – eltiempo.com