Una excelente noticia para el desarrollo de conciertos y eventos en Bogotá

Comenzó la demolición de una parte del escenario, para dar paso a otro que suplirá la necesidad de un sitio adecuado para eventos culturales y deportivos en Bogotá.

Si no lo hacía la mano del hombre, lo iba a hacer su deterioro. Desde esta semana una tropa de obreros trabaja en la demolición de una parte del viejo Coliseo El Campín, una mole con 44 años de historia, que se transformará para dar paso al escenario moderno que por décadas ha reclamado la ciudad. La obra, a cargo de la empresa Colombiana de Escenarios, promete ser un espacio multipropósito que, más allá de tener una sala para presentaciones musicales, tendrá canchas sintéticas, skate parks y gimnasios.

La historia del Coliseo comienza en 1937 cuando le donan los terrenos a la administración, pero el proyecto empieza a tomar forma en 1959, año en el que el Concejo aprobó el acuerdo que ordenaba construir un escenario cubierto. Para sacar adelante el plan, aprobó la venta de algunos bienes del Distrito para reunir los recursos. Ocho años después, el mismo Cabildo asignó el predio para la obra; ordenó al Departamento de Valorización contratar los diseños y elaborar el presupuesto detallado, y aprobó un impuesto al teléfono para reunir recursos para la construcción de “instalaciones para la formación física y la diversión deportiva de las clases populares”. 

Los diseños estuvieron a cargo del ingeniero colombiano Guillermo González Zuleta. Mientras él avanzaba, el Fondo Popular Deportivo y de Cultura del Distrito, a través del Fondo de Valorización de Bogotá, contrató en septiembre de 1967 la construcción de los pilotes, que hacían parte de la primera etapa de la cimentación del Coliseo.

Con los diseños listos, en 1969, la Secretaría de Obras Públicas abrió la licitación para la construcción de la superestructura del Coliseo, que luego adjudicó a la firma Coral Ltda (conformada por los ingenieros Jorge Enrique Alvarado Cañón, Germán Lobo Guerrero y Oscar Reveiz). Tras dos años de labores (como pocas obras en el país) y una inversión cercana a los $55 millones de la época, el Coliseo quedó listo el 15 de abril de 1973.

Dos semanas después (Primero de mayo), tras la bendición del cardenal Aníbal Muñoz; el discurso del presidente de la República Misael Pastrana, y las placas de agradecimiento al exalcalde Carlos Albán Holguín, se inauguró el escenario. Ese día hubo fiesta. Aunque prometieron que sería un Coliseo para 25 mil personas, sólo tuvo capacidad para 20 mil y casi 50 mil bogotanos se quedaron por fuera, razón por la cual lo inauguraron dos veces. En medio del show, eso sí, olvidaron mencionar a dos personajes clave: el burgomaestre que planeó la obra (Virgilio Barco Vargas) y quien donó los terrenos: Nemesio Camacho.

El primer concierto que se realizó en el Coliseo El Campín fue el del reconocido guitarrista Santana (9 de octubre). Desde entonces, ha sido escenario de innumerables recitales, espectáculos y veladas boxísticas, con los colosos del pugilato nacional. Sirvió de escenario para innumerables torneos de baloncesto, deporte para el cual quedó acondicionado desde el primer día, pues parte de las afugias por su inauguración obedecían, precisamente, a que la ciudad lo necesitaba como sede para el campeonato suramericano de la especialidad.

Con la llegada de los años 90 dejó de ser la pieza fundamental del plan maestro de recreación y deporte, en el que alguna vez pensó Barco, o del soñado escenario para conciertos que muchos empresarios quisieron —desde el primer día tuvo problemas de acústica— para convertirse en centro de encuentro de grupos religiosos y razón de pleitos con el Distrito.

Y como estaba en litigio, fue poco lo que se invirtió en su cuidado, al punto que las 200 toneladas de estructura metálica constituida por piezas hasta de 45 metros y las 120 toneladas de tejas de acero galvanizado con espuma inyectada de poliuretano, que causaban elogios a su atractivo visual, fueron reemplazados por quejas sobre grietas, incomodidad y abandono.

En 2011, tras 16 años de arriendo al sector privado, el coliseo volvió a la administración del Distrito, que señaló ante el Concejo, que el escenario estaba tan deteriorado que la opción más económica era demolerlo. Se alzaron muchas voces de protesta que defendían su valor arquitectónico, el mismo que les valió a sus constructores en 1974 ganar un premio de la Sociedad Colombiana de Ingenieros.

Al final, luego de aprobar la propuesta de obra a través del sistema de Alianza Publico Privada (APP) que hizo Colombiana de Escenarios, se tomó la decisión de reconstruir el escenario. La inversión será de $70.000 millones, ocupará 37.000 metros cuadrados y tendrá un aforo de 14.000 espectadores.

Orlando Molano, director del IDRD, anunció que el plan contempla recuperar el 70 % de la estructura del Coliseo. También la construcción de un edificio de cuatro pisos, al que se podrá acceder a través de ocho escaleras y cinco ascensores, con capacidad para 20 personas cada uno. La adecuación de sonido, acústica e iluminación a los estándares de los mejores centros de eventos de Latinoamérica. En suma, contará con plazoleta de comidas, zona de bodegas, parqueadero para vehículos y bicicletas y un circuito cerrado de televisión. Las obras durarán dos años.Con este proyecto, el Distrito espera entregar el primer escenario de la ciudad donde convivan las artes y el deporte.

Por este escenario han pasado artistas como Santana, Information Society, Soda Stereo, INXS, Bryan Adams, R.E.M., Duran Duran, Fito Páez, Los Fabulosos Cadillacs, Korn, Rubén Blades, Miguel Bosé, Joaquín Sabina, The Smashing Pumpkins, Stone Temple Pilots y hasta Miley Cyrus.

 

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