Santos descarta cascos azules armados para verificar paz con Farc

Aclaró que el mecanismo de monitoreo del cese el fuego bilateral estará compuesto por el Gobierno, las Farc y la Misión Especial de Naciones Unidas, encargada de dirimir las controversias y producir los informes.

El presidente Juan Manuel Santos descartó este martes que una misión de paz de cascos azules armados de Naciones Unidas vaya a participar en la verificación del fin del conflicto que se negocia con la guerrilla de las FARC.

“Hay que ser claros que se trata de observadores no armados, no de una misión de mantenimiento de la paz de cascos azules“, dijo Santos en relación a la Misión Especial de la ONU que supervisará la dejación de armas de las FARC y el cese definitivo del fuego bilateral.

La ONU -que acompaña las discusiones sobre la supervisión y verificación del próximo desarme de las FARC y el alto al fuego en Colombia- recibió un pedido para que se cree “desde ya dicha misión política”, lo que parece tornar inminente la dejación de armas por parte de la guerrilla después de más de cinco décadas de lucha contra el Estado.

“Con este acuerdo estamos recorriendo ya los pasos que nos llevarán a la concreción de estas conversaciones (…) Es un momento determinante en la marcha” de los diálogos, destacó Humberto de la Calle, jefe negociador del gobierno al término de la lectura del comunicado.

De su lado Iván Márquez, su contraparte del lado de las FARC, también dio por hecho el avance irreversible hacia un alto al fuego definitivo en Colombia.

“La solicitud que hemos elevado hoy al secretario general de Naciones Unidas y al presidente del Consejo de Seguridad en el sentido de activar un mecanismo tripartito (…) de monitoreo y verificación, constituye una fuerte señal y una feliz premonición de que el proceso de paz de Colombia se encamina hacia la terminación del más largo conflicto del continente”, sostuvo.

Las FARC y el gobierno han cerrado parcialmente cuatro de los seis puntos de la negociación: problema agrario (origen del enfrentamiento), cultivo y tráfico de drogas ilegales, reparación de las víctimas y participación política de los guerrilleros una vez que depongan las armas.

Quedan por definir el fin del conflicto -que incluye el desarme de la guerrilla- y la implementación y refrendación de los convenios.

El conflicto colombiano, que comenzó como una sublevación campesina hace más de medio siglo, deja unos 220.000 muertos y seis millones de desplazados.

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