¿Se puede adelgazar cambiando los horarios de las comidas?
Sabemos desde hace algún tiempo que alterar la hora a la que comemos puede afectar al peso y al metabolismo. Al menos si eres un ratón.
Según algunos estudios en con esos animales, parece que el secreto para mejorar la salud es restringir el periodo de tiempo en el que comemos y, de esta manera, ampliar la cantidad de tiempo que estamos sin alimentos.
Hace algunos años, el profesor Satchidananda Panda, del mundialmente conocidoSalk Institute de California (EE.UU.), demostró que los ratones a los que alimentaban con una dieta rica en grasas durante ocho horas eran más saludables y estaban más delgados que aquellos que seguían la misma dieta, pero se les permitía comer a la hora que querían
En un estudio más reciente, los mismos investigadores sometieron a cientos de ratones de diferentes tamaños a ayunos diarios, de entre 12 a 15 horas.
De nuevo, descubrieron que los ratones que estuvieron al menos 12 horas sin comida permanecieron más saludables y delgados que aquellos que ingirieron el mismo número de calorías, pero repartidas a lo largo del día.
Pero, ¿en qué medida podría funcionar esta técnica en humanos?
Mismos alimentos, distintas horas
Para averiguarlo, el programa de la BBC Trust Me I’m a Doctor (“Confía en mí, soy médico”) reclutó a 16 voluntarios para una investigación de 10 semanas, dirigida por el doctor Jonathan Johnston, de la Universidad de Surrey, en Inglatrerra.
Su equipo midió la grasa corporal de los voluntarios, los niveles de azúcar (triglicéridos) y los niveles de colesterol al comienzo del estudio, y después los dividieron en dos grupos al azar, el equipo azul y el equipo rojo.
A los azules -el grupo de control- les pidieron que continuaran con sus hábitos normales.
Pero a los del equipo rojo les dijeron que siguieran su dieta habitual pero que tomaran el desayuno 90 minutos más tarde y la cena 90 minutos antes.
Eso significaba que, durante tres horas más cada día, iban a estar sin comida (en ayunas).
Todos ellos llevaban un diario de comida y de sueño, para asegurarse de que estaban ingiriendo la misma cantidad de comida que habitualmente.
¿Y por qué cambiar el horario en el que comes podría suponer un cambio?
Bueno, hay dos posibles razones.
En primer lugar, a día de hoy hay multitud de estudios que muestran que estar durante más tiempo sin comer nada, en ayunas, es beneficioso.
También parece que nuestro cuerpo gestiona mejor las calorías a determinadas horas del día.
Desayuno de rey, cena de mendigo
De acuerdo con Johnston, uno de los peores momentos para ingerir azúcar y grasa es a última hora de la noche, cuando los niveles de sangre de esas sustancias ya están elevados.
Para probarlo,decidí llevar a cabo un autoexperimento bastante desagradable.
Después de una noche de ayuno me tomé algunas muestras de sangre, y a las 10 de la mañana ingerí un típico desayuno británico: mucha tocineta, huevos y salchicha.
Me hice algunos análisis de sangre más, directamente después del desayuno y cada media hora durante las próximas horas. Y sí, fue doloroso.
12 horas más tarde, a las 10 de la noche, ingerí mi segunda comida del día, exactamente lo mismo que había comido para desayunar.
De nuevo, tomé muestras de sangre regularmente durante las próximas horas antes hasta que, finalmente, me metí en la cama.
Los análisis de sangre mostraron que, tras el desayuno, mis niveles de azúcar volvieron a la normalidad bastante rápidamente, y los niveles de grasa comenzaron a caer después de casi tres horas.
A la noche, sin embargo, después de ingerir exactamente la misma comida,mis niveles de azúcar se mantuvieron altos durante mucho más tiempo y los niveles de grasa se mantuvieron varias horas después de que hubiera terminado de comer.
Así que Johnston tenía razón; a nuestros cuerpos en verdad no les gusta tener que lidiar con grandes cantidades de comida hasta tarde en la noche.
Un bocado a medianoche tendrá un impacto peor en tu cuerpo que si te comes eso mismo más temprano, durante el día.
Hay un viejo dicho: “Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”, que parece ser verdad.
Si vas a comer fritos, mejor para el desayuno.
Poco práctico, pero beneficioso
Pero, ¿qué hay del experimento principal, que reducía el periodo de tiempo en que se permitía comer a nuestros voluntarios?
Bueno, al final, después de 10 semanas, juntamos a todos los voluntarios y repetimos las pruebas.
Lo que descubrimos fue que el grupo que había estado comiendo el desayuno más tarde había perdido, de media, más grasa corporal, y sus niveles de azúcar y colesterol habían caído en mayor medida que los del grupo de control.
Así que el resultado fue muy positivo.
Se trataba del primer ensayo aleatorio de este tipo llevado a cabo en seres humanos.
Apegarse estrictamente a un periodo de alimentación reducido puede, para muchas personas, no ser del todo práctico.
Pero parece ser beneficioso hacerlo cuando uno puede.
Y es, sin lugar a dudas, una buena idea evitar comer una hamburguesa a medianoche.
bbc.com