Sequía azota a Villavieja, Huila, y ya ha matado a 300 reses

En este municipio no ha llovido desde enero y la falta de agua golpea la ganadería y la agricultura.

“La lluvia se olvidó de nosotros” es la frase que más se escucha por estos días en Villavieja, un municipio del Huila donde sus 7.000 habitantes no ven caer una gota de agua desde enero.

La sequía y la dura temporada de verano han sido tan fuertes que es fácil observar reses muertas por el camino, las cuales son devoradas por manadas de animales de carroña.

El panorama que encuentra todo visitante es desolador, pues por momentos solo se observan cabezas de ganado en los caminos y fincas, y se levanta un fuerte olor que contamina el ambiente en esta región del desierto de la Tatacoa, considerada una de las más calientes del departamento.

El alcalde de Villavieja, Raúl Arturo Ramírez, afirmó que lo que sucede en todo el municipio es un verdadero drama que tiene de fondo un diagnóstico nada alentador.

“Según los registros que hemos realizado, a la fecha tenemos unas 300 reses muertas por la dura sequía que nos azota”, afirmó el alcalde y agregó que semejante tragedia se acentuó en los dos últimos meses, cuando las temperaturas se han elevado a los 45 grados centígrados.

“Lo que nos preocupa es que, según nos dicen los expertos del clima, el verano se extenderá varios meses más, aumentando la crítica situación”, dijo el mandatario, que ha buscado ayuda en la Gobernación del Huila y hasta en el Ministerio de Agricultura.

Aunque la sequía es notoria en las 17 veredas de este municipio, la emergencia se siente con fuerza en las regiones de Polonia, Líbano, Doche, La Manguita, Palmira, La Victoria y San Alfonso, entre otras, donde el sol calienta desde las seis de la mañana y se esconde a las seis de cada tarde.

“Yo no había visto una sequía tan intensa. El sol secó por completo los pastos y arbustos y la tierra se abre por tanta resequedad”, dijo el alcalde.

Aseguró que diariamente mueren hasta cinco vacas y terneros en las grandes y pequeñas fincas, lo que agrava esta situación, pues muchos sobreviven de la comercialización de los animales.

Alberto, un campesino de la vereda Polonia, hace cuentas con los dedos y concluye que han pasado nueve meses sin que sus ojos vean caer una gota de agua del cielo en todo el municipio.

“Un verano así da miedo. No tenemos agua para el ganado y además no hay pastos ni hierbas y los animales se nos mueren porque no hay comida para alimentarlos”, dijo con preocupación el campesino, y agregó que si la sequía persiste, “todos tendremos que abandonar Villavieja para poder subsistir”. La situación es crítica toda vez que buena parte de los campesinos de escasos recursos tienen cuatro y hasta seis cabezas para sobrevivir de las crías y venta de leche.

“Hay campesinos que dejaron de pertenecer al gremio de los ganaderos, pues se les murieron las tres o cuatro vaquitas que criaban para la subsistencia de la familia”, señaló el alcalde.

Otro sector de la economía, el agrícola, también pasa las verdes y las maduras por cuenta del verano que amenaza los cultivos de arroz, maíz y frutas como la papaya y la patilla.

“Sin agua, es imposible cultivar arroz y mucho más frutales. La cosa se ha puesto crítica porque el sol les está ganando la batalla a las nubes”, dijo un agricultor de la vereda Líbano, y sus vecinos narran que “nadie quiere trabajar por temor a una enfermedad ocasionada por la exposición a los rayos solares”.

Frente a esta situación, la Alcaldía de Villavieja tiene reportes de familias que se vieron obligadas a dejar de lado o abandonar sus cultivos “porque ninguna planta, ni aun el cultivo más fuerte, resiste a las inclemencias del verano”.
Aquí se habla a diario de cultivadores y familias que perdieron el dinero invertido en sus siembras debido a la escasez de agua en las fincas y parcelas.

Frente a este triste panorama en un municipio de escasos recursos donde la mayoría de la población es pobre, el presupuesto destinado este año para el agro es tan solo de 50 millones de pesos. A todo esto se suma otro problema dada la disminución del caudal del río Magdalena, que alimenta y surte el sistema de acueducto del municipio.

FABIO ARENA JAIMES
Corresponsal en Neiva
eltiempo.com