Nueva terapia anticancerígena ataca exitosamente la leucemia

Una terapia anticancerígena que manipula las células inmunes del propio paciente para matar la leucemia linfática crónica (LLC) mostró éxito a largo plazo en un puñado de personas, según un estudio revelado el miércoles.

Los expertos explicaron que esta terapia está en la vanguardia de un nuevo campo de investigación conocido como inmunoterapia, que engaña al cuerpo para matar el cáncer y, podría, tal vez, revolucionar la oncología y acabar con el tóxico uso de la quimioterapia.

Este enfoque, conocido como CTL019, fue desarrollado por el Abramson Cancer Center de la Universidad de Pensilvania y la Escuela de Medicina Perelman. Ambas instituciones están ahora reportando los primeros resultados a largo plazo de un grupo inicial de 14 pacientes.

Ocho de los adultos que participaron en el estudio (57%) respondieron al tratamiento. Cuatro de ellos presentaron una remisión a largo plazo y los otros cuatro experimentaron una respuesta parcial, asegura la investigación publicada en la revista especializada Science Translational Medicine.

Del primer subgrupo, la primera persona en ser tratada acaba de cumplir cinco años sin cáncer. Otras dos pasaron cuatro años y medio sin señales de retorno del mal. La cuarta estuvo en remisión durante 21 meses y luego murió de una infección debida a una cirugía que no estaba vinculada a la leucemia.

“Nuestras pruebas sobre pacientes que experimentaron una remisión total muestran que las células modificadas permanecen en sus cuerpos durante años después de haber recibido la inyección, sin ninguna señal” de células cancerosas, dijo el principal autor del estudio, Carl June, profesor de inmunoterapia del departamento de patología de Pensilvania.

“Esto sugiere que al menos algunas de las células CTL019 mantienen su habilidad de cazar células cancerosas por largos períodos de tiempo”.

Los investigadores reportaron resultados iniciales por primera vez sobre tres pacientes adultos en 2011. La enfermedad de dos de ellos había remitido durante el primer año de tratamiento.

Cómo funciona

Esta terapia experimental está diseñada a partir de las propias células inmunitarias, algunas de ellas conocidas como células T, que son recogidas por los científicos y reprogramadas para que persigan y maten el cáncer.

Normalmente, el sistema inmunitario intenta atacar el cáncer, pero fracasa porque las células cancerosas evaden las defensas del cuerpo.

En cambio, estas células T son modificadas para que contengan unaproteína conocida como receptor de antígeno quimérico (CAR), que ataca la proteína CD19 que se encuentra en la superficie de las células cancerosas B.

El paciente debe pasar antes por una quimioterapia que barre con el actual sistema inmunológico antes de que le sean infundidas las nuevas células inmunitarias que fueron recogidas y rediseñadas por los investigadores.

Jacqueline Barrientos, una oncóloga del Instituto del Cáncer North Shore-LIJ y quien no participó en el estudio, describió esta terapia como “revolucionaria” por su habilidad de acabar con las LLC por años.

“Son momentos emocionantes”, dijo a la AFP. Muchos expertos, contó la médica, piensan que Carl June podría ganar el premio Nobel un día por abrir el camino a una nueva era en el tratamiento del cáncer.

Pero el tratamiento no funciona para todos. Los cuatro pacientes (29%) que respondieron positivamente por un período de tiempo menor, lograron librarse del cáncer durante una media de siete meses.

Y los otros seis de los 14 no mostraron ninguna evolución. Los científicos trabajan actualmente para entender por qué las células T modificadas de estos individuos no se extendieron en sus cuerpos con la misma tasa con que lo hicieron aquellas que fueron infundidas en los pacientes que sí registraron remisiones a largo plazo.

“Los pacientes de este estudio son pioneros y su participación nos ha dado el conocimiento y experiencia sobre los que construiremos esta nueva terapia y ayudaremos a más personas”, dijo otro de los autores líderes del estudio, David Porter, director del centro de trasplante de sangre y médula ósea del centro Abramson en Pensilvania.

AFP – elespectador.com