Dormir mal nos afecta más que dormir poco

En cuestión de sueño, lo importante es la calidad más que la cantidad.

Después de una mala noche de sueño, lo más lógico es que nuestro estado de ánimo no pase por su mejor momento. Sin embargo, ¿qué nos afecta más, dormir pocas horas o despertarnos varias veces durante la noche? Según un nuevo estudio llevado a cabo por la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE.UU.) el mal humor está más asociado a una mala noche más que a la falta de horas de sueño.

Los investigadores realizaron un experimento con 62 hombres y mujeres sanos asignados al azar en distintas habitaciones que representarían variables diferentes del estudio: al primer grupo no se le interrumpió el sueño en ningún momento de las tres noches en total que duró el experimento (grupo de control); el segundo grupo tuvo que retrasar varias horas el momento del descanso; el tercer grupo, fue despertado deliberadamente ocho veces durante el sueño cada una de las noches. Las fases del sueño de todos los participantes fueron monitorizadas mediante polisomnografía, que registra las ondas cerebrales, los niveles de oxígeno en la sangre, la respiración, la frecuencia cardíaca y los movimientos de los ojos y de las piernas durante el sueño.

Los resultados revelaron que las personas cuyo sueño fue interrumpido frecuentemente durante estas tres noches consecutivas informaron de un estado de ánimo significativamente peor (una reducción del 31% en el estado de ánimo positivo) que aquellos que habían dormido menos horas (que sufrieron una reducción de su buen humor de apenas un 12%), debido a que se habían acostado más tarde. Esto es, la interrupción del sueño era más perjudicial para el estado de ánimo que la falta de sueño.

Respecto a las pruebas de polisomnografía, los expertos descubrieron que el grupo al que se le interrumpió el sueño varias veces experimentó también períodos más cortos de sueño profundo (la fase más importante de todas) en comparación con el grupo que durmió menos horas.

Dormir las horas necesarias, entre 7 y 9 para los adultos de entre 18-64 años de edad y entre 7 y 8 para los mayores de 65 años, es necesario para ayudar a mejorar nuestro sistema inmunológico, nuestra productividad y, por supuesto, nuestro estado de ánimo. Ahora, además, podemos afirmar que la calidad del sueño es tan importante como su duración y podría explicar por qué muchas personas con insomnio crónico sufren depresión.

El estudio ha sido publicado en la revista Sleep.

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