Aumentan asesinatos por riña o venganza y bajan por sicariato

Estadísticas de entidades oficiales revelan que el microtráfico genera más muertos.

El microtráfico y las pandillas, igual que las venganzas y la intolerancia, siguen aumentando su incidencia en los homicidios que se cometen en Bogotá. Sin embargo, la tasa por cada 100.000 habitantes, del 2014 para el 2015, muestra una tendencia a la baja.

Las muertes relacionadas con microtráfico ascendieron de 49 a 75 casos en el reciente semestre. En contraste, el sicariato se redujo, al pasar de 96 casos en los seis meses iniciales del 2014 a 24 casos en el mismo lapso del 2015.

Las cifras son producto de estadísticas consolidadas entre Medicina Legal, la Policía Nacional y la Secretaría Distrital de Gobierno. Analistas destacan que las muertes por asesinato no van con tendencia al alza. No obstante, manifiestan alerta por fenómenos como el pandillismo, la falta de convivencia y el incremento del microtráfico de estupefacientes.

El año pasado, aunque los asesinados aumentaron, la tasa de homicidios llegó a 17,5 (1.358 casos) por cada 100.000 habitantes, en clara estabilidad frente al 2013 y el 2012, aunque mejor que la de 22,1 en el 2011. Se proyecta que la tasa caiga a 16,5 a finales de este año, la cual sería la más baja de los últimos 32 años.

El año 1993 resultó ser el más afectado, con una tasa de 80,9 homicidios por cada 100.000 habitantes, mientras que el 2015 muestra una tasa proyectada de 16,5, siendo la segunda más baja después de 1983, cuando se registró una tasa de 16,0.

Al paso de esta proyección salió Ricardo Montezuma, director de la fundación Ciudad Humana, que analiza la seguridad y otros aspectos de la capital. “No se puede esperar que esa sea la tasa al final de diciembre, porque en los segundos semestres suele haber más homicidios”.

Juan Carlos Ruiz, docente de la Universidad del Rosario, dice que en el actual gobierno de Gustavo Petro ha habido mejoría en la disminución de asesinados, “en parte por programas de la Administración Distrital como el desarme o la restricción al porte de armas. Pero estas cifras se dan más por una tendencia nacional que se generó tras el desmantelamiento de los carteles de la droga (principios de la década del 90), en especial el de Medellín”.

Al respecto, Montezuma agrega que la tasa es “aparentemente positiva, pero no lo suficiente en comparación con el hecho que ha habido un proceso de desarme. Uno esperaría que fuera mucho mejor, más marcada y significativa la diferencia frente a años previos”.

José Cuesta, secretario de Gobierno encargado, aduce que el objetivo del programa de gobierno de la actual alcaldía era reducir la tasa hasta 18 por cada 100.000 habitantes. “Por lo tanto, si se mira hasta cuánto se ha reducido la cifra, son un éxito las estrategias que se han implementado. Ahora, seguir bajando representa unos esfuerzos enormes, y en eso estamos trabajando”.

Mujeres y lugares

Capítulo aparte merecen las muertes de mujeres. A pesar de que la cantidad de víctimas de homicidio en el género femenino es muy inferior a la de varones, y que incluso el semestre anterior hubo 3 casos menos que los presentados en el mismo lapso del 2014, la relación entre estos y los lugares de ocurrencia, en general, llama la atención de los observadores.

Hugo Acero, exsubsecretario de Convivencia y Seguridad Ciudadana, contrasta referencias. “El historial de Bogotá nos muestra la siguiente pauta: por cada 13 asesinatos de hombres muere una mujer. Es una diferencia muy alta (las cifras de Medicina Legal hacen relación de 1 mujer por cada 10 hombres asesinados)”.

Una proporción que pareciera favorecer a la mujer toma visos dramáticos con la precisión de Acero: “En viviendas, la mayoría de homicidios es en contra de mujeres. En nuestro país, para algunas mujeres el sitio más inseguro es el hogar, contrariamente a la mayoría de gente, que siente su casa como el lugar más tranquilo. Este fenómeno se da por violencia intrafamiliar”.

Al revisar los espacios más recurrentes para los homicidios, la vía pública encabeza la lista (504 casos en primer semestre del 2015), seguida por viviendas (64).

“Insisto, que tantos asesinatos se den en el espacio público se relaciona con el grave problema de convivencia de la ciudad”, enfatiza el director de la fundación Ciudad Humana. Y le pone un matiz: “Además, es evidente el abandono de distintos espacios de la ciudad, como en las invasiones de ventas ambulantes y lo que estas generan alrededor, como el contrabando y la inseguridad”.

Fuentes de la Policía Metropolitana de Bogotá aceptan que “la intolerancia es el gran problema que azota a la ciudadanía”.

En lo correspondiente a los elementos que se utilizan para cometer dicho crimen, se ve que en el último semestre se realizaron 393 con armas de fuego, mientras que 224 fueron con armas cortopunzantes.

“Tenemos un mercado con bastante oferta, no solo en el número de armas legales con salvoconducto, que aportan lesiones y homicidios, sino también en cantidad de armas ilegales”, aduce Acero. “Muchas de estas armas del mercado negro son dejadas por organizaciones criminales, guerrilla y bandas, a la vez que se modernizan”.

En contraposición, el Secretario de Gobierno encargado dice que “se siguen adelantando campañas de desarme y restricción. Y en los últimos dos meses se han incrementado los controles a las armas blancas”.

‘Improvisan frente a la intolerancia’

El director de la fundación Ciudad Humana, Ricardo Montezuma, señala que en los últimos 12 años la capital “perdió su cultura ciudadana y eso lo verifican encuestas y estudios como Bogotá, cómo vamos”.

Lo anterior, añade, ha llevado a la intolerancia y falta de convivencia que degeneran en la alta incidencia de homicidios por estas causas. “La política pública para resolver este asunto lleva 12 años improvisándose. Hay un divorcio grande entre la administración pública y la Policía, lo que es grave porque el cuerpo de Policía debe estar muy articulado con la política pública”, sentenció.

A estas críticas, el secretario de Gobierno (encargado), José Cuesta, respondió: “Eso es un mito que muchos han afirmado. No es cierto; al contrario, la relación entre la Policía Metropolitana y el Gobierno del Distrito es cordial y se mantiene un diálogo y coordinación que han permitido adelantar nuestra política pública”.

Al preguntarle a Cuesta por la informalidad en la carrera 7.ª y la inseguridad que genera, este respondió que el espacio público sí es una prioridad en el gobierno Petro, y señaló casos como el puente peatonal de la calle 185, que fue despejado de ventas ambulantes.

Piden vigilar situación de menores y microtráfico para evitar más muertes

Uno de los indicadores que observan los analistas es la incidencia de homicidios en menores de 18 años. El incremento en el semestre anterior fue de 7 casos (16 por ciento). Mientras que en ese periodo del 2014 hubo 43 situaciones, en ese lapso del 2015 ocurrieron 50.

Para Juan Carlos Ruiz, académico de la Universidad del Rosario, esto evidencia una situación por atender. “Es un tema preocupante que se da por el incremento exponencial de las pandillas. No hay una política local ni nacional frente a estas. Se calcula que en Bogotá, para el 2003, había 300 pandillas, y hoy hay alrededor de 1.500”.

Lo grave de estos grupos, señala, es que estos son escuelas de criminalidad menor, donde se aprende el robo a mano armada, atracos y microtráfico, delitos que afectan al ciudadano común. “Lo delicado es que estas pandillas se podrían convertir en grandes bandas criminales del futuro”, advierte el docente.

Para ilustrar mejor, toma el caso de las ‘maras’ de Centroamérica, pequeñas agrupaciones que siembran el terror en barrios y hacen el trabajo sucio de narcotraficantes, como el cartel de Sinaloa o los ‘Zetas’.

En sintonía, Ricardo Montezuma compara con los casos de Medellín y Cali. En dichas capitales las muertes de menores están más relacionadas con bandas grandes y narcos, mientras que en el Distrito las muertes violentas de esta población tienen que ver, “en muchos casos, con temas de barras bravas de fútbol y falta de tolerancia”.

En el 2015 (primer semestre), el 8 por ciento de los homicidios se presentó contra menores y estuvieron vinculados a intolerancia, conflictos por microtráfico y por haber sido víctimas de un hurto. Las víctimas tenían edades de entre 15 y 17 años.

José Cuesta, secretario de Gobierno (encargado), anunció que sí hay estrategias para disminuir la ocurrencia, como los programas Jóvenes en paz y Territorios de vida y paz. “(Hay) 7.265 jóvenes focalizados en las localidades con mayor número de conflictividades, violencias y delitos en menores: Ciudad Bolívar, Usme y San Cristóbal”. Con el plan Territorios y goles en paz, esa dependencia ha vinculado al menos a 4.527 jóvenes en 19 localidades, con lo que se espera bajar las cifras negativas.

El microtráfico es el segundo fenómeno delictivo causante de homicidios, tras la intolerancia. Lo llamativo es que este ha sufrido un alza considerable en el último periodo (vea la infografía). “Una de las principales fuentes de financiación de las pandillas es el microtráfico y eso incrementa el homicidio, al presentarse venganzas y pugnas entre ellos”, finaliza Ruiz.

eltiempo.com