Ojo con sobreexponer a sus hijos en redes sociales

Existen muchas situaciones complejas y cuestionables derivadas de esta práctica.

Algunos niños ya tienen una historia digital desde su nacimiento, o incluso antes, debido a las fotos o comentarios que sus padres comparten en internet.

Un fenómeno que en inglés llaman sharenting –por la unión de las palabras share (compartir) y parenting (crianza)– y que más de la mitad de las madres y un tercio de los padres hacen con frecuencia, según un estudio realizado en Estados Unidos por la Universidad de Michigan, entre 569 padres de niños de 0 a 4 años.

Muchos de ellos dicen hacerlo con el propósito de intercambiar consejos sobre la crianza –tres cuartos de los entrevistados dijeron que las redes sociales los hacen sentir “menos solos” en esta tarea–, pero sin tener plena conciencia de las consecuencias que ello puede tener.

“Para el momento en que esos niños tengan la edad suficiente para usar las redes sociales por ellos mismos, la mayoría ya tendrá una huella digital extensa, creada por sus propios padres”, dice Sarah Clark, autora de la investigación.

Algunos padres entrevistados reconocen potenciales riesgos de compartir información sobre sus hijos, como que cualquiera pueda tener acceso a esos datos, por ejemplo. Incluso, más de la mitad de los papás dijo preocuparle que cuando los niños sean más grandes puedan sentirse avergonzados por alguna imagen o comentario que ellos compartieron.

“Como se trata de una herramienta relativamente nueva, no se ponderan los riesgos”, comenta María Inés Diez, directora del Programa de Posgrado en Psicología de la Adolescencia de la UDD, quien sugiere poner más atención a lo que se comparte, con quién y en dónde.

“Además de usar filtros de privacidad (en las redes sociales), hay que estar atento al límite entre lo íntimo y aquello que puedo compartir”, para evitar entregar más información de la adecuada.

De lo contrario, tal como ha ocurrido en EE. UU., la sobreexposición puede llevar a situaciones complejas y cuestionables, como el surgimiento de grupos en Facebook en los que se burlan de las fotos de niños poco agraciados; o el “secuestro digital”, cuando otros adultos “roban” fotos de niños en las redes sociales y las publican como propias.

EL MERCURIO (CHILE)/ GDA