Así extorsionan a quienes intentan recuperar sus motos robadas

Cuando un delincuente roba una moto ‘mal parqueada’, el propietario no se alcanza a imaginar el drama que va a vivir y las mafias que operan detrás de este delito.

A lo largo de la carrera 15, entre calles 16 y 18, en pleno centro de Bogotá, se ven los avisos pegados en los postes, en las paredes, en restaurantes, lavaderos o en los talleres de mecánica: “Se busca moto. Magnífica recompensa”.

Allí, con los datos consignados de la placa, marca, color, foto y los teléfonos de contacto del propietario angustiado, se inicia la operación de extorsión.

Los motociclistas ya saben que ese aviso es la clave para el ‘pago del rescate’, como le llaman los compinches que se la juegan en este mundo de la delincuencia. Es la señal que indica que no hay denuncia del hurto y que aún se puede hacer algo por salvar la motocicleta antes de que pase a los desgüazaderos o de que los criminales se la lleven a otro municipio, donde la ‘blanquean’ y la ponen a rodar como nueva.

Las bandas se movilizan en motos de alto cilindraje o populares, en las que recorren la ciudad en parejas, simulando ser mensajeros. Llevan una palanca y una pesa tipo sacaganchos. Golpean el encendido y, en pocos segundos, desaparecen con el vehículo robado.

Por lo general, se llevan motos mal estacionadas y también están pendientes de quién sale del taller o del concesionario.

Varios de los afectados entrevistados por EL TIEMPO afirman que todos, incluidos los policías, les han recomendado poner los avisos en los postes del barrio La Favorita o en la avenida Primero de Mayo entre carreras 22 y 27.

Al día, el Número Único de Seguridad y Emergencias (Nuse) recibe en promedio 20 llamadas con el reporte del hurto de estos vehículos.

Solo en el mes de septiembre, el Nuse atendió 588 llamadas desde todas las localidades de Bogotá. Desde Kennedy recibieron 107 reportes; de Engativá, 71; de Bosa, 55 casos; Ciudad Bolívar, 51; Rafael Uribe, 47 llamadas; San Cristóbal, 39; Suba, 36; de Puente Aranda, 23, y de Antonio Nariño, 21. Las demás localidades han reportado entre 12 y 20 comunicaciones al mes.

A las víctimas que reciben la llamada extorsiva, les ponen una cita en un punto de la 15. Allí, en medio de tantos cascos, motos, chalecos, mecánicos y trabajadores, los delincuentes se camuflan para poder operar sin ser detectados. Le piden a su víctima entre 2 y 4 millones de pesos, dependiendo de la marca. Cuando el afectado llega, lo vigilan. Luego le dicen que la moto está en un parqueadero, un lavadero o la calle.

Y si la víctima no tiene para el ‘rescate’, le llegan a ofrecer hasta 2 millones de pesos por los papeles.

El reporte oficial de las autoridades de policía señala que el hurto de motos entre enero y septiembre pasó de 2.070 el año pasado a 2.433 en lo corrido de este. El incremento es del 17,5 por ciento, lo que convierte este delito en uno de los que tienen más alto impacto en la ciudad.

Hugo Acero, experto en temas de seguridad, se mostró sorprendido frente a los avisos que sugieren las mismas autoridades.

“Los delincuentes sienten mucha confianza ante la incapacidad de las autoridades y el temor de los ciudadanos (…). Hay que reconocer la debilidad de las autoridades frente a este delito”, sostiene.

Y recuerda que mientras en el 2001 robaban 1.481 motos, en el 2014 la propia Policía registró 2.779 hurtos, es decir que se duplicó el número de casos.

Acero advierte que el fenómeno no obedece al aumento en la venta de motos, pues con los carros no pasa lo mismo: las ventas suben, pero el hurto baja.

Detectives del grupo Gaula que investigan estos casos reportaron que, en lo corrido del año, han recuperado cinco motos “gracias a denuncias ciudadanas”. Pero advierten que el factor que más facilita la acción de los delincuentes es el descuido de las víctimas que dejan las motos abandonadas. “Por lo general, operan en las playas de Ciudad Bolívar, Primero de Mayo y en La Favorita (carrera 15)”, dice el detective.

Según un oficial de la Policía, lo del aviso de ‘se busca’ es “un chisme que se ha regado entre todos los motociclistas”, que ya saben dónde encuentran la moto.

La explicación que da es que este flagelo que sacude a Bogotá no se ha podido controlar debido a que las autoridades están concentradas en otros delitos.

“Pero, además, no hay denuncia, nadie reporta por miedo”, reconoce el oficial, que hizo un llamado a los ciudadanos para que denuncien en la línea 165 del Gaula de la Policía cualquier caso de extorsión.

‘Se la llevaron el día en que la compré’

El siguiente texto recoge varios testimonios de afectados en similares circunstancias. Todos tenían la moto en la calle y todos pagaron rescates de entre 2 y 4 millones de pesos. A uno de ellos le dijeron: “Si no tiene plata, le compramos los papeles para que no joda con eso”.

– “A mí esa moto me la robaron de la puerta de mi casa el mismo día en que la saqué del concesionario. Fui a la calle 17 a comprar un casco de buena calidad para mi esposa y desde allí me siguieron”.

– “A la mía le arrancaron la llave de encendido como con un sacacorchos. Estaba nueva. Tenía pocos kilómetros de recorrido. Uno piensa muchas cosas. Uno queda paranoico y con miedo”.

“Los ‘pelaos’ que venden cosas en la calle le dicen a uno que tenga cuidado, pero otros son los contactos para recuperarlas. Esa es la verdad. Yo llamé a la Policía y ellos mismos me dijeron que esperara a ver si me llamaban, porque si ponía el denuncio, seguro la desvalijaban”.

– “A mí ya me habían dicho que en la zona de las motos de la calle 16 o 17 con 15 hay gente que hace esa vuelta. Yo la hice. Me dio susto, pero no tenía nada más que hacer. Puse avisos por todos lados y me contactaron”.

– “La mía, en cambio, la tenían encargada para un pueblo en Puerto Boyacá. Eso me dijeron. Por eso no la desgüazaron. Me tocó esperar un día. Pagué 3 millones y me tocó comprar el suiche, que costó 200.000 pesos”.

Así, los casos se multiplican día a día. En la carrera 15 con calle 16 es un secreto a voces que los delincuentes están ahí, camuflados. Andan armados con pistola y son peligrosos.

El investigador del Grupo Antiextorsión y Secuestro de la Policía (Gaula), quien pidió no revelar su nombre, dijo que se han establecido dos formas de pago para recuperarlas: “por consignación, o se paga y se recoge en un lavadero o en un parqueadero. Pero como no se denuncia, poco o nada se puede hacer”, dijo.

eltiempo.com