Cómo afecta a tu cerebro cada género musical

Un buen ritmo puede cambiar la vida, ¿o no? Desde niños, la exposición a los sonidos y a la música adecuada puede ayudarnos a desarrollar plenamente nuestras capacidades cerebrales, con todo lo que eso implica: mayor capacidad de memoria, atención y concentración; mejores habilidades matemáticas, de lenguaje y una buena capacidad para la resolución de problemas.

El oído no sirve únicamente para escuchar, también determina el equilibrio y estimula el cerebro en sus diferentes áreas, según Alfred Tomatis, otorrinolaringólogo, psicólogo e investigador francés, quien dedicó gran parte de sus esfuerzos a desarrollar un método para tratar los problemas de audición y lenguaje.
Su investigación ha extendido sus alcances, al grado de que ahora su método tiene aplicaciones en diversos campos de la salud y el desarrollo físico, mental y emocional, según la sociedad de terapeutas Tomatis Développement S.A, que cuenta con miembros en más de 40 países.

Sin embargo, no toda la música es buena ni sirve para lo mismo. Algunos tipos de música estimulan la creatividad y la imaginación, otros ayudan a establecer relaciones interpersonales sanas y a integrarse a la sociedad y a su medio ambiente. Y unos más, ligados al baile, brindan también un mejor acondicionamiento físico y, a veces, apoyan procesos terapéuticos.

Música clásica

Es un mito que la música clásica nos hace más inteligentes, pero escucharla al menos media hora al día proporciona al cerebro un mejor ambiente para desarrollar ideas y restablecer conexiones neuronales que, al final del día, nos ayudarán a estar alertas, concentrarnos mejor y optimizar los procesos de aprendizaje.

Algunas recomendaciones de María Pilar Carrasco en su libro Cómo educar a tus hijos con la música, señalan que la música barroca logra estados propicios para el aprendizaje, gracias a su ritmo de 60 golpes, equivalente a los latidos del corazón cuando estamos en reposo.

Además, sus tonos graves provocan ondas cerebrales bajas —relajación—. Algunos ejemplos son: Largo de invierno de Las cuatro estaciones. Largo del concierto en re mayor para cuerdas y guitarra. Concierto en do mayor para clavicordio y mandolina, todas de Vivaldi, y Largo del concierto para clavicordio en fa menor Opus 1056, de Bach.

Las melodías con vibraciones más cortas, mayor ritmo y notas más ágiles provocan un estado de alerta constante, propicio ara el aprendizaje activo, como la Sinfonía Praga y el Concierto para violín y orquesta número 5 en la mayor de Mozart; el Concierto número 1 para piano y orquesta en sí sostenido de Beethoven, todos los valses de Chopin o el Concierto número 1 para piano y orquesta de Tchaikovsky.

Y para revitalizar el cerebro luego de un trabajo intelectual intenso, nada como darle un masaje con Cantos Gregorianos, música con sonidos de la naturaleza, o la música de Mozart para violín o cuarteto de cuerdas.

Salsa

Cadenciosa y alegre, la salsa brinda al cerebro una combinación de dopamina y adrenalina, que relaja y activa al mismo tiempo, señala el terapeuta físico Felipe Gutiérrez, especialista en rehabilitación deportiva.

Como generadora de movimiento, la música salsa produce numerosos beneficios físicos, emocionales y mentales, pues libera del estrés, aumenta la capacidad cardio respiratoria y mejora la coordinación y el equilibrio, indica Fernando Hernández, maestro de zumba en la delegación Coyoacán, en la Ciudad de México.

“Estos ritmos —salsa y bachata— me sirven para relajar en la última etapa de mis clases. Con ellos mantengo el cuerpo en movimiento mientras baja la intensidad que alcanzamos con ritmos de mayor impacto como el rock, el pop, la música electrónica y la banda”, agrega el preparador físico, también especializado en pilates.

Rock

Se dice que para escribir sus novelas, Stephen King escucha rock. Cierto o no, en sus teorías del Efecto Mozart, Don Campbell ha escrito mucho sobre la dificultad de encontrar concentración para generar ideas en compañía de ritmos tan densos y acelerados. Sin embargo, destaca la capacidad de inyectar adrenalina al cerebro.

En este sentido, Fernando Hernández, explica que en sus clases de zumba utiliza la música rock para las etapas de acondicionamiento físico, resistencia y fuerza. “Es cuando las alumnas se sienten más activas y ejecutan las rutinas más fuertes”.

Diversos estudios han relacionado a la música rock con un incremento en la resistencia a la hora de hacer ejercicio. Particularmente el rock y el pop ayudan a mejorar el desempeño físico en actividades cardiovasculares, según Javier Yangunas en su ensayo Influencia de la Música en el rendimiento Deportivo, de 2006.

Reggaetón

Más allá de los ritmos y vibraciones, es importante prestar atención a nuestros propios gustos. Investigaciones y estudios de diversas universidades de Estados Unidos reconocen los beneficios de “la música agradable” para tratar casos de dolor crónico, problemas cardiovasculares, estrés y algunos padecimientos mentales.

El común denominador en todos los resultados es el factor “placer”. La dopamina y otros químicos que se liberan en el cerebro mientras escuchamos música ayudan al cerebro y al cuerpo humano a equilibrar sus reacciones y a relajarse, lo que en efecto cadena provoca una sensación de bienestar general, según la asociación para la Educación Mental, Ingenium ABP.

Asimismo, la regulación de la frecuencia cardiaca y la relajación que provoca la música agradable, complementan los efectos positivos en el plano cerebral. Si la música no nos agrada, el efecto será contrario.

A la carta

Aunque los ritmos de bits acelerados, con progresión de acordes repetitivos como el reggaetón, el tecno y el rap contravienen las recomendaciones del método Tomatis, pues impiden la concentración y el relajamiento, esa misma energía puede aprovecharse para ejercitar el cuerpo.

En opinión de Wilson Andrade, fundador de la academia Dance Center Romance, el reggaetón, igual que otras manifestaciones del Urban Style, pueden servir como ejercicio de alto impacto y ayudarte.

cnnespanol.cnn.com

Palabras clave: cerebro género musical